La primera edición de Jaén Paraíso Interior puede abrir un ciclo esperanzador para las clásicas en España
Menudo ciclista, Alexey Lutsenko. No es tan apabullante, ni de lejos, como su compatriota, paisano de Petropavlov (norte de Kazajistán, fronteriza con Rusia), padrino y patrón, Alexander Vinokourov, que lo ha cuidado hasta donde él (el ciclista) ha querido cuidarse. Predestinado a ser el heredero de la gran estrella del deporte kazajo, no encontró su talante ni ha podido ‘prepararse’ de la misma manera. Afortunadamente.
Pero este kazajo puede mover pasiones en cualquier terreno: contrarreloj, en llano, en recorridos quebrados o en la alta montaña. «Con un corredor como Alexey siempre puedes esperar algo grande de él», dijo el veterano director del Astana, Giuseppe Martinelli, una vez conquistada este lunes la primera edición de la clásica Jaén Paraíso Interior.
Lutsenko es un campeón esporádico. Por jornadas. Cuando se aburre de ir a rueda, levanta al espectador de la modorra. Es personal fijo discontinuo de los podios. Se intuyó que sería lo mejor de lo mejor en carreras de un día y aún le falta un monumento para darle el lustre definitivo a su trayectoria, como corredor salvaje que es. Como durante toda esta temporada correrá aún con 29 años, le quedan carrete y recorrido para una proeza de las monumentales. Tendrá que prepararla y salir a cazarla con la mentalidad con la que ha ‘comido tierra’ jiennense en este lunes de San Valentín, donde no necesitó ni equipo para imponerse.